miércoles, 4 de febrero de 2015

Esclerosis Múltiple y la amistad

Laura, es una chica alegre aunque su cuerpo no le acompaña todo lo que ella quisiera, camina con la ayuda de dos muletas, trata de arreglárselas como puede y de tener una vida activa. Laura padece de Esclerosis Múltiple.

- Lo tenía todo, mi propio negocio, mi coche, mi casa, mi novio, pero todo cambió cuando un día en la mañana  al despertarme, traté de levantarme de la cama y no pude, sabía que mi cuerpo estaba ahí, podía verlo, pero no se movía, mio y ajeno a la vez-. Me contaba Laura, sin la sonrisa de siempre, cuando poco a poco su mirada se congelaba en el vacío. 

Eran las 9 de la mañana y yo había ido por las pruebas de un paciente al laboratorio, Laura estaba allí, le habían realizado unos análisis de seguimiento.

- Aquel día- . Continuó narrando Laura.  - Era un día muy importante para mi, tenía muchos planes, pero terminé ingresada en el Hospital por varios días, me recuperé , pero a medias, ya no podía caminar como antes, cualquier esfuerzo me agotaba y me agota, me costaba coordinar las ideas, me dieron la baja y al seguir todo igual, pasó el tiempo y ahora, lo que ya sabes, soy pensionista con 25 años-.

El rostro de Laura se había llenado de lágrimas y yo tenía el corazón tan roto como ella, porque también había tenido 25 años y para ese entonces, terminaba los estudios de medicina, recordé mi fiesta de graduación, los amigos que nunca más he visto, esperando que estén bien en cualquier lugar a donde hayan ido, recordé tantas cosas. Tenía frente a un Ángel que me describía, como algo que no estaba al alcance de la ciencia comprender aún del todo, le ponía freno a sus pasos. Aquella chica pedía ayuda con la mirada, tenía sus medicamentos, su Neurólogo le vería en dos semanas por consulta, pero necesitaba algo que no podía explicar y que yo no lograba adivinar.

- Me has contado en otra ocasión que te gusta mucho estudiar, dije a Laura-. 

- Si - , me contestó. - Pero de casa es un poco lejos a donde quiero ir a estudiar Francés y no puedo conducir. 

- Ya verás que todo se puede, no te preocupes, tú se buena, toma tus medicamentos y te prometo que cuando pueda te llamaré y daremos un paseo-, le dije sonriendo y abrazándola.

- Vale- , respondió Laura , me abrazó, pero su cara no mostraba la sonrisa de costumbre, nos despedimos, tomó un taxi, yo tenía que seguir trabajando en mi consulta.

Ya en la tarde, compartiendo un café con Gina, más que mi amiga mi paño de lágrimas, le conté que había visto a Laura y que me impresionó no andar nada bien de ánimo, que sería bueno hiciera alguna actividad para levantar su autoestima. Gina conoce a Laura desde pequeña, sabe que le gusta cantar y que habla francés, también le había comentado a Gina lo bueno que quería volver a estudiar cualquier cosa, para entreterse en algo, como dice ella.

Le comenté a Gina, -amiga, eres el genio de la lámpara- je je je. Gina abrió sus ojos y levantó los hombros en gesto de asombró, si cariño, tu me dijiste que a Laura le habían regalado un Scooter, pero que tenía algo roto, ¿o no?, pregunté a Gina.

-Ah si claro, pero no tiene cesta, no le funciona una luz y necesita una adaptación para poder llevarlo en trasporte público, porque no tiene los frenos como la silla de ruedas y ¿que piensas hacer?-, me preguntó Gina que abría los ojos cada vez más. 

-Más bien, que es lo que vamos a hacer-, dije a mi amiga Gina, que me observó intrigada.

- Podrías llamar al mecánico de coches, aquel manitas que conoces y decirle que necesitamos una adaptación para el Scooter de Laura, que le ponga la luz que le falta.  

- Necesitamos una cesta, pero no tengo ni idea, donde podemos conseguir uno, pensé en voz alta. -De una tienda de deportes supongo, respondió Gina con firmeza-.

- Claro que si, eres brillante Gina, que buena idea.

- Pero Gina, ¿como podemos hacer para reparar el scooter si no le hemos dicho nada a Laura?. Era una pregunta necesaria que no podía dejar de hacer a Gina, ella conocía mejor que yo a Laura y a su familia.

- Muy fácil se lo pedimos a su madre cuando ella esté durmiendo, siempre se suele levantar después de la 11 de la mañana, duerme a penas hasta las 8, pero necesita tiempo para calentar motores como dice ella, respondío Gina pensativa, hablaba de su amiga de la infancia, la que solía correr con ella en las competiciones de atletismo del colegio, la misma que ahora apenas podía caminar. 

La reparación del Scooter duró una semana, porque era un trabajo "atípico", según nos comentó el mecánico, el manitas, pero como en tiempos de crisis la creación florece, pudo hacer que quedara como nuevo, lo situamos delante de la puerta de la casa de Laura, su madre ya estaba avisada, la pobre mujer había estado una semana impidiendo que Laura saliera a la terraza del fondo de la casa, para que esta no notara la ausencia del Scooter.


Había que ver la cara de Laura cuando vió su Scooter, no era un simple medio de transporte para discapacitados, era mucho más, era más vida, la ilusión volvía a sus ojos que retomaban el brillo que habían comenzado a perder.

Laura sonreía, era sencillamente feliz, un nuevo horizonte se abría ante ella. Podría volver a salir de casa sin ayuda, para ella era la gloria. Una sensación de libertad la rodeaba y la llenaba de la cabeza a los pies.

Cuando alguien transite por un tortuoso camino, no te quedes pensando que su vida es fruto del destino, ayúdale a sortear los obstáculos. 






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