martes, 31 de marzo de 2015

Como dejar de fumar

Victoria había fumado durante 25 años. Un episodio muy intenso de su vida en el pasado, había quebrantado su voluntad poco a poco sin que lo notara, este mismo suceso había sido el responsable de que comenzara a fumar, un mal día.

Un problema no resuelto, una crisis familiar, una ruptura sentimental, de amistad, problemas en los estudios o o en el trabajo, un hecho muy importante y desagradable, había quedado latente en su memoria. Existía un conflicto en la vida de Victoria que colgaba de su cuello como un lastre y que no lograba recordar.

Un profundo dolor le acompañaba a todas partes, algún oculto misterio que no era capaz de comprender había quedado atrapado entre su pasado y su presente, un recuerdo bloqueaba su razonamiento lógico y a pesar de saber lo tóxico que el cigarrillo era para su salud, fumaba y mucho.

Un cigarrillo era el mejor compañero de Victoria cuando de mitigar el estrés se trataba, al menos ella así lo creía, estaba equivocada, no es cierto para nada que fumando se calme el estrés, pero era su justificación para no dejar de fumar. Fumaba después de cada comida, entre las comidas, después de los cafés y antes de los cafés, en las entradas de los centros comerciales y a la salida, también salía sin haber terminado las compras a fumar, porque sencillamente no podía evitarlo.

Era habitual que Victoria nunca terminara un café junto a amigas  y amigos no fumadores, porque después de dos o tres sorbos de café, un cigarrillo intermedio sustituía la mejor de las conversaciones. El intenso "deseo" de fumar llevaba a Victoria a un sitio permitido a fumadores y la alejaba del resto de sus amigos que no fumaban, se acercaba a amigos que si fumaban, eran del mismo grupo, les unía la complicidad de compartir humo, mal aliento y pérdida económica.

Fumar para esta chica de cabello rubio y ojos de aceituna, se había convertido en su pan de cada día, era inevitable revisar su bolso antes de salir de casa y comprobar que había guardado en el los cigarrillos y por supuesto un encendedor. Como el resto de los fumadores conocía que fumar lejos de ser beneficioso era perjudicial para su salud, pero no podía o al menos no creía que podría hacer algo para evitarlo, hasta que un día, se lo propuso seriamente.

Victoria pensó que era necesario pensar en algo que pudiera ayudarle a dejar de fumar, se recostó en su sofá preferido del salón, aquel cerca del cual nunca ha fumado y simplemente decidió buscar en sus recuerdos. No había fumado en su infancia, tampoco en su adolescencia, recordó su cara sonriente, su rostro alegre, recordó que tenía una sonrisa impecable y una piel muy suave, ya era adulta y aún no fumaba, continuaba recordando, en un recorrido por etapas de su vida anterior al presente de fumadora.

Se esforzaba por recordar, aunque el cigarrillo después de muchos años en su vida le había dañado además del bolsillo, también la memoria y sentía que no era tan inteligente como antes de fumar, le costaba mucho trabajo recordar, incluso cosas de la vida cotidiana, de su vida actual. Continuaba recostada en el sofá, concentrada en su empeño de recordar, cuando comenzó a sentir una inmensa paz. Recordó una época, cuando salia con todos sus amigos, no tenia que diferenciar entre fumadores y no fumadores porque ella no fumaba. Victoria era feliz, era libre, plena, se llenó de paz.

Recordaba un tiempo cuando no tenía las manchas amarillas en sus dedos y uñas, las que "luce" y esconde a los desconocidos y en las entrevistas de trabajo, en su "nueva vida actual de fumadora".Victoria no quería que su felicidad se marchitara como su rostro, si quería que su cabello y sus dientes mostraran el brillo reluciente del máximo esplendor de su juventud, porque todavía estaba a tiempo de darse la oportunidad de vivir con intensidad y alejar el tabaco para siempre de su vida.

Comenzó a sentir una agradable sensación que envolvió mágicamente todo su ser, no necesitaba buscar respuestas, solo deseaba la felicidad que ella misma no se había permitido disfrutar, no fumaría jamás porque fumar había dejado de ser una prioridad en su vida, fumar le restaba tiempo para compartir con su familia, nadie más fumaba en su casa, tenia que salir fuera cada vez que fumaba, un tiempo que necesitaba además para disfrutar con sus amigos. Fumar había mermado su inteligencia y necesitaba lucidez máxima para sacar sus hijos adelante, darle estudios y poder rendir en su trabajo. Había leído que el proceso podía ser
reversible, con mucho esfuerzo, Victoria quería intentarlo.

Victoria comenzó  a darse cuenta de que algo en ella se estremecía y que era muy importante tener el tiempo de su vida, para vivirla. Habia perdido un tiempo que necesitaba recuperar, no en horas o minutos, si en autoestima, sabia que seria posible porque así se lo había planteado.



Esta ahora mujer adulta, madura y responsable de su propio destino, que había inhalado el humo de millones de cigarrillos, que había dejado de transportar oxigeno a sus pulmones con cada bocanada de humo, convirtiendo este humo dentro de si en carboxihemoglobina muy tóxica, la cual sustituye a la hemoglobina y no le permite transportar oxigeno a tejidos y órganos. Esta chica es una nueva persona, comenzaba a
renacer, por voluntad propia había decidido dejar de fumar, evocando solamente sus recuerdos felices, los que le acercaban a su vida de no fumadora, cuando su ropa y su pelo no olían a tabaco, quería volver a sentirse de libre y respirar sin dificultad y no tener gripes frecuentes, quería tener salud.

Victoria se ha liberado de su carcelero el tabaco y vive a plenitud, porque ha roto las cadenas mentales que le unían a un tóxico habito, no sabe aún como surgió todo, no llegó a saber cuando exactamente comenzó a fumar, solo decidió, que quería ser tan feliz como cuando no fumaba y su tiempo era solo suyo para compartirlo con quien ella quisiera. No sería nunca más la esclava de la cenizas y el aro de humo.

Victoria como muchos otros fumadores, daba vuelta a la cajetilla de cigarrillos, para no ver las
impresionantes imágenes que trae impresas, que invitan a no fumar. Ahora se alegra de vivir sin fumar, de ser dueña de su propia vida y aunque en ocasiones siente el "deseo", como ella lo llama, su fortaleza de espíritu ha conseguido que nada ni nadie puede decidir por ella, mucho menos un trozo de papel con muerte dentro.



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