La relación
salud-enfermedad, ha cambiado mucho en los últimos 15 años, existía un concepto
de que o se está sano o se está enfermo, pero este concepto ha quedado
anticuado, porque no incluía a todas las personas por igual, no expresaba la
diversidad de nuestra raza humana ni el grado de funcionalidad adecuado para
poder vivir en armonía.
Cuando somos capaces de
poder desarrollar adecuadamente nuestras actividades de la vida diaria, de
forma autónoma o con ayuda, cuando
aún en presencia de
discapacidad logramos continuar nuestra relación con el medio circundante,
decimos que poseemos un estado relativo de salud físico y mental adecuado, es
decir en equilibrio.
¿Qué sucede si se rompe el
equilibrio en la relación salud-enfermedad?
• Nos comienzan a agobiar
las razones por las que no fuimos capaces de darnos cuenta cuando surgió un
problema por primera vez, cuestionándonos que no hemos hecho para resolverlo,
pero a la vez comenzamos a percibir la sensación de que nuestro corazón late
más de prisa y con más fuerza, aparecen las palpitaciones o taquicardia, cuando
se puede comprobar que esas sensaciones se traducen en un incremento de la
frecuencia cardíaca.
• Bien surge la tristeza que
de perdurar en el tiempo, se asocia a un llanto que no podemos controlar y nos
intenta conducir camino a la melancolía ante un hecho traumático, personal o
familiar, en ese momento nuestras relaciones sociales se pueden ver afectadas,
pero a la vez nuestro apetito disminuye y nos sentimos sin fuerzas.
• Se agolpan en nuestro
pecho una mezcla de sentimientos, que no podemos describir, pero que terminan
irremediablemente agotando nuestro cuerpo y dando origen a la enfermedad
física, con un gran componente emocional implícito.
Existe una relación muy estrecha e interdependiente entre estos
dos aspectos, tal que resulta sumamente difícil encontrar el
punto exacto en el que una cosa puede llevar a la otra y viceversa, precisamente porque somos
seres biopsicosociales.
¿A que llamamos ser
biopsicosocial?
Es lo que somos y lo que pensamos, formando además
parte inseparable de esta triada se encuentra el tipo de relación que
establecemos con el medio que nos rodea, ya sea de trabajo, familiar, de
amistad y de ocio; es lo que nos diferencia de otros animales inferiores.
Comienza a desarrollar nuestra propia vida posterior
e inmediatamente a la fecundación. Parecería raro si decimos que nuestra
columna vertebral fue muy plana, para cerrarse hasta formar luego un pequeño
tubo, llamado neural por donde fluiría la energía eléctrica, dando lugar a la
formación de nuestro cerebro y de todo nuestro organismo, todo un proceso que
conlleva al cabo de 40 semanas por lo general, a nuestro nacimiento.
Durante todo el embarazo hemos estado en un medio
líquido que se ha relacionado con nosotros, una fuente de nutrientes maternos
que nos ha alimentado, las caricias en el vientre, la música sugerida de
relajación para embarazadas, son componentes de una vida en desarrollo y por
muy difícil que os parezca hemos logrado sentir su calor, científicamente
podríamos decir que es un calor debido a la regulación termostática materna,
¡pero que agradable se siente ahí dentro!, solo hay que mirar unas de esas
ecografías modernas 4D para observar la satisfacción de los bebés.
Es decir que aún no hemos
nacido y ya nos estamos relacionando con el medio que nos rodea, que es un
medio líquido y que interacciona con nosotros aportándonos todos los elementos
proteicos, grasos, lípidos y electrolíticos que nos van ayudar a que podamos
llegar al mundo exterior con fuerzas para seguir adelante.
¿Seguimos siendo seres
biopsicosociales después del nacimiento?
Luego del nacimiento
continuamos siendo seres biológicos con estructura de un organismo pluricelular
superior, ya que poseemos conciencia, que nos diferencia de otros animales
inferiores, pero también somos seres sociales puesto que vivimos en sociedad. Del equilibrio de estos tres
elementos dependerá si nos mantenemos saludables o si llegamos a sentirnos
enfermos. Considero que merece la pena señalar, que luego de completar nuestro
desarrollo en la adolescencia y llegar a la madurez plena, la adultez, nuestro
ciclo de vida continúa hacia el proceso de envejecimiento; pero ¿por qué no
tratar de vivir una vida plena, manteniendo un equilibrio entre lo que somos y
lo que pensamos.
Estos sencillos consejos,
que todos conocemos pero que aplicamos en nuestras vidas de forma poco
frecuente son la clave que nos puede conducir a la conservación adecuada de un
estado saludable.
. Establecer en nuestro
quehacer diario un orden de prioridades, esto nos ayudará a que no aparezca un
estrés mantenido, que pueda alejarnos de nuestro estado de equilibrio hacia el
lado de la enfermedad.
. Establecer el mismo orden
de prioridad que se va a llevar a cabo para las actividades de la vida diaria,
para ordenar los propios pensamientos, así se evitará sufrir de crisis
emocionales antes problemas o situaciones que no pueden ser resueltas de forma
inmediata.
. Evite los excesos y los
defectos en todos lo ámbitos de la vida, es decir duerma solo lo necesario,
coma lo imprescindible, pero de forma equilibrada, ninguna dieta estricta es
buena para la salud, a menos que sea indicada por un profesional de la salud
ante una enfermedad en concreto.
. Relacionémonos con
nuestros compañeros, jefes o subordinados y disfrutemos con nuestros amigos, si
nuestros amigos son además compañeros, jefes y subordinados, mucho mejor.
. Establezcamos relaciones
familiares y afectivas de pareja sobre la base del amor y el respeto.
. Cuando se tiene una
dolencia de algún tipo, no se debe callar, ya sea física o psicológica, es
mejor buscar ayuda de alguien en quien confiemos y por supuesto acudir a un
profesional de la salud que nos aclare es que lo que nos está sucediendo.
. Recordemos además que la
discapacidad es un estado que puede afectar a cualquier persona, respeto,
solidaridad, ayuda y tolerancia deben ser nuestra carta de presentación y una
forma de luchar por la integración social de las personas con discapacidad,
porque así contribuiremos a que conserven su dignidad y autonomía.
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